Hoy es día para el silencio, para enmudecer,para contemplar, para escuchar,para mirar. Hoy sobran las palabras. Todas nuestras palabras. Hoy sólo su Palabra, hecha grito y hecha silencio, es la que puede ser dicha sin sonrojo. Hoy sólo tienen voz las víctimas. Hoy sólo pueden hablar quienes se pueden sentir identificados con la Pasión del mismo Dios, quienes padecen o quienes empeñan su vida para evitar el sufrimiento humano.
Hoy es día para mirar, incansablemente, al Crucificado. Para descubrir en Él el único amor que merece llamarse así. Para observar reflejados en Él los rostros de tantos hombres y mujeres, conocidos unos, y ajenos los más, que siguen siendo arrancados de la tierra de los vivos por los pecados de nuestro pueblo. Hoy es día para sentir que sólo en la Cruz encontramos Vida. Que sólo la Cruz abre el camino del Sepulcro vacío y del encuentro con el Resucitado. Pero este encuentro será otro día. Para poder llegar a Él, hoy tenemos que subir a la Cruz con Él y con ellos.
Hoy es día para arroparnos con la sola Fe y con la Esperanza, sabiendo que por los trabajos de su alma verá -y veremos- la luz.
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