domingo, 8 de abril de 2007

Para Orar desde la Vida


DOMINGO DE RESURRECIÓN

Hemos celebrado en Semana Santa los últimos momentos de la vida de Jesús. Intensos momentos.Nos habrá llamado la atención la serenidad de Él, en coherencia a todo lo que había vivido, dicho, sentido.Ante los interrogatorios, ante la burla, ante la tortura a la que fue sometido: Él queda como Señor.Es Él quien domina los acontecimientos, manteniendo su dignidad.

Pero estos sucesos no son más que la respuesta de la clase dirigente, judía y romana,ante lo que consideran la intromisión escandalosa en sus asuntos, en sus intereses, en el “status quo” en la que viven. ¿Cómo soportar venir a dar una buena noticia a los pobres, a los últimos? ¿Cómo soportar que alguien ponga en tela de juicio nuestras costumbres, religión, e interpretación de la historia y de la sociedad?

Y tenía que ser eliminado: ¡Vale más que muera uno,…!

Pero Dios tiene la última palabra. Y Dios es el Dios de la Vida. Y le dio la vida, revalidando así su compromiso y cercanía con su Hijo. Y con la Resurrección muestra que va en serio lo de su reinado, predicado por Jesús.

La Resurrección es la plenitud del Reino de Dios. Y por eso nos llena de alegría y de esperanza. Pero la Resurrección sólo la pueden comprender y vivir los crucificados de este mundo porque el Reino de Dios es para los pobres.La Resurrección es la plenitud de la misión de Jesús: “He venido a proclamar … el año de gracia del Señor”

¿No experimentamos una cierta paz y alegría interior,cuando en nuestro esfuerzo y compromiso diario, suerte de entrega y sacrificio,nos entregamos a la construcción del Reino por fidelidad a la voluntad del Padre?Sólo si participamos de una muerte semejante a la suya podemos participar de su Resurrección.Quien entrega la vida, la recuperará.

Feliz vida de Pascua.

No hay comentarios: