Comunicado Día de la HOAC
La Hermandad Obrera de Acción Católica, bajo el lema: “Trabajo-Dignidad... ¿es posible?”, celebramos el próximo 13 de mayo el Día de la HOAC.
Para nosotros y nosotras, este día, se convierte en un momento privilegiado de encuentro donde celebrar y compartir la vida de la HOAC con el mundo obrero. Este año con más motivo, pues hemos cumplido 60 años. Sesenta años de compromiso, de fidelidad a la tarea encomendada, de búsqueda constante para mejor dar respuesta a las actuales circunstancias del mundo obrero, de empeño en descubrir el camino más idóneo para seguir siendo una comunidad eclesial que vive, testimonia y anuncia el amor de Jesucristo y de su Iglesia a los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo.
En este día queremos reafirmar nuestro compromiso de recuperar el sentido de la dignidad de la persona, de ser obrero y de ser hijo e hija de Dios, de emplear todas nuestras fuerzas para conseguir un sano bienestar para todos y todas, con decisión, alegría y optimismo; pero sobre todo, nuestra esperanza de contribuir en devolver a Cristo a los pobres, al mundo obrero.
La mejor manera de celebrar nuestro aniversario es afirmar que nuestra tarea tiene más sentido que nunca, porque el mundo obrero sigue existiendo, y en conflicto. Un conflicto que emana de reducir a la persona del trabajador a un puro instrumento y en tratarla como tal, y de quitar al mundo del trabajo los recursos naturales y las formas de vida comunitaria.
Lo que pretendemos es sacar a la luz ese conflicto, mostrar que no es natural que las personas vivan sólo para trabajar, sino que el trabajo es para la vida, para disfrutarlo, crearlo y recrearlo. Y no que se convierta en una “esclavitud” que impide a las personas y a las familias desarrollarse humana y socialmente.
Queremos presentar testimonios de personas que sufren toda esta situación, desde aquellas que aun teniendo empleo, es tan precario que les impide plantearse un futuro con cierta estabilidad o incluso les lleva a la marginación y pobreza porque no se pueden permitir el “lujo” de tener una vivienda, un trabajo estable ni formar una familia. Hasta quienes se ven abocados a aceptar más horas de permanencia en el puesto de trabajo, cambiar de turno de un día para otro, cambiar de lugar de trabajo “por exigencias de la producción”, o perder derechos (Seguridad Social, días de descanso, vacaciones...) en pro de tener empleo y quitar tiempo de VIDA para estar con sus familias, educar a sus hijos e hijas, relacionarse con vecinos, amigos... o participar en el barrio, en el pueblo, en el sindicato, asociación, en la parroquia...
Y pasando por aquellas trabajadoras que se ven obligadas a elegir entre su vida laboral y familiar, o que tienen que soportar una doble jornada, fuera y dentro de casa. Y por los inmigrantes, que después de arriesgar su vida para llegar a nuestras costas y poder así sacar de la pobreza a sus familias, se encuentran con que no pueden estructurar adecuadamente su vida y que acceder a un trabajo regularizado es casi imposible.
Pero a pesar de toda esta dura realidad, nosotros sabemos y experimentamos que se puede vivir de otra forma, con otro estilo de vida donde la persona se pueda desarrollar plenamente como ser humano y sea el centro de todo, de la economía, política, cultura...., donde su dignidad sea respetada y no utilizada como una “mercancía” más, donde el trabajo sea también un proceso creativo, y no sólo productivo pues sólo así podrá ser asumido como un proceso de humanización y sociabilidad que posibilita que la persona se realice y se relacione con otros en libertad e igualdad.
Otra forma de vida donde se trabaje para vivir, donde el tiempo de trabajo (el tiempo productivo) no invada todo el tiempo de vida, y haga posible el encuentro con los otros (familia, amigos...), la participación como ciudadanos en la vida social, cultural y política, y vivamos nuestra fe en comunidad.
Sabemos que todo esto no lo podemos hacer solos, sino que es necesario que entre todos y todas busquemos caminos de justicia que construyan otra sociedad, sólo así podremos afirmar que Trabajo-Dignidad.... SÍ ES POSIBLE.
La mejor manera de celebrar nuestro aniversario es afirmar que nuestra tarea tiene más sentido que nunca, porque el mundo obrero sigue existiendo, y en conflicto. Un conflicto que emana de reducir a la persona del trabajador a un puro instrumento y en tratarla como tal, y de quitar al mundo del trabajo los recursos naturales y las formas de vida comunitaria.
Lo que pretendemos es sacar a la luz ese conflicto, mostrar que no es natural que las personas vivan sólo para trabajar, sino que el trabajo es para la vida, para disfrutarlo, crearlo y recrearlo. Y no que se convierta en una “esclavitud” que impide a las personas y a las familias desarrollarse humana y socialmente.
Queremos presentar testimonios de personas que sufren toda esta situación, desde aquellas que aun teniendo empleo, es tan precario que les impide plantearse un futuro con cierta estabilidad o incluso les lleva a la marginación y pobreza porque no se pueden permitir el “lujo” de tener una vivienda, un trabajo estable ni formar una familia. Hasta quienes se ven abocados a aceptar más horas de permanencia en el puesto de trabajo, cambiar de turno de un día para otro, cambiar de lugar de trabajo “por exigencias de la producción”, o perder derechos (Seguridad Social, días de descanso, vacaciones...) en pro de tener empleo y quitar tiempo de VIDA para estar con sus familias, educar a sus hijos e hijas, relacionarse con vecinos, amigos... o participar en el barrio, en el pueblo, en el sindicato, asociación, en la parroquia...
Y pasando por aquellas trabajadoras que se ven obligadas a elegir entre su vida laboral y familiar, o que tienen que soportar una doble jornada, fuera y dentro de casa. Y por los inmigrantes, que después de arriesgar su vida para llegar a nuestras costas y poder así sacar de la pobreza a sus familias, se encuentran con que no pueden estructurar adecuadamente su vida y que acceder a un trabajo regularizado es casi imposible.
Pero a pesar de toda esta dura realidad, nosotros sabemos y experimentamos que se puede vivir de otra forma, con otro estilo de vida donde la persona se pueda desarrollar plenamente como ser humano y sea el centro de todo, de la economía, política, cultura...., donde su dignidad sea respetada y no utilizada como una “mercancía” más, donde el trabajo sea también un proceso creativo, y no sólo productivo pues sólo así podrá ser asumido como un proceso de humanización y sociabilidad que posibilita que la persona se realice y se relacione con otros en libertad e igualdad.
Otra forma de vida donde se trabaje para vivir, donde el tiempo de trabajo (el tiempo productivo) no invada todo el tiempo de vida, y haga posible el encuentro con los otros (familia, amigos...), la participación como ciudadanos en la vida social, cultural y política, y vivamos nuestra fe en comunidad.
Sabemos que todo esto no lo podemos hacer solos, sino que es necesario que entre todos y todas busquemos caminos de justicia que construyan otra sociedad, sólo así podremos afirmar que Trabajo-Dignidad.... SÍ ES POSIBLE.
Comisión Diocesana de la HOAC de Sevilla
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