domingo, 15 de abril de 2007

Para Orar desde la Vida


DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA

"Al anochecer del primer día de la semana, los discípulos estaban encerrados por miedo a los judíos. Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros... los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor... Como el Padre me ha enviado, os envío yo... recibid el espíritu Santo... luego dijo a Tomás: trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío!..."

Palabra de Dios
Juan 20, 19-31


  • Toma tu Biblia y lee con atención el texto completo... antes, cara a cara con Jesucristo, pídele que, como a los discípulos de Emaús, te explique las escrituras...
  • Sitúate entre los discípulos... aviva tu experiencia de encerramiento: debilidad ante los problemas de nuestro mundo, desencanto ante la cultura consumista, insolidaria e individualista que se respira, impotencia para responder a las actuales condiciones de trabajo..
  • Jesús resucitado se fija en ti, como en Tomás... te regala su Espíritu Santo, su fuerza, su capacidad de entrega y de amor, su vida nueva... Invoca al Espíritu, pídele que te enseñe a amar y a servir como Jesús: Ven, Espíritu Santo y enséñame a descubrir a Jesús en medio de mi barrio, entre mis compañeros de trabajo, en los mil detalles diarios de la vida familiar. Ven, Espíritu Santo, renueva mis motivos militantes y capacitame para anunciar el Evangelio.
  • Escucha, acompañado de Jesús el rumor y el grito de la vida familiar, obrera y vecinal. Centra en Jesús tu mirada. Dialoga con él, exprésale tus preocupaciones, tus dudas, tus deseos de servicio. Pídele que te dé la gracia de ser testigo de la resurrección, viviendo y comunicando esperanza. Termina haciendo tuyas las palabras de Tomás: Señor mío y Dios mío. Creo en Ti, Señor.

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