domingo, 22 de abril de 2007

Para Orar desde la Vida


DOMINGO TERCERO DE PASCUA

  • Pasa unos minutos tranquilizándote.
  • La oración es un encuentro con Dios, intenta ahora estar en su presencia
  • No vives solo en la oración: estas en nombre de muchos hermanos (tu equipo, la asamblea de la Hoac, tu familia, compañeros de trabajo...) Siéntete unidos a ellos.
  • Rezamos desde la vida para mirarla con los ojos de Dios
  • Lee despacio el Evangelio


LECTURA DEL EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
- Me voy a pescar.
Ellos contestan:
- Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
- Muchachos, ¿tenéis pescado?
Ellos contestaron:
- No.
Él les dice:
- Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
- Es el Señor.
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
- Traed de los peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
- Vamos, almorzad.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado.
Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Juan 21, 1-19
COMENTARIO
Los discípulos están en la cotidianidad del trabajo; en la dura briega de cada día. Como tú. “Aquello noche no cogieron nada”. Como tú, en tantos y tantos días negros como la noche. Parece que no avanzas. Tus esfuerzos parecen inútiles. Estás cansado, tú y tus compañeros.

“Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla”. Los discípulos no lo esperaban; ya ves, que no lo esperaban, que ni lo reconocieron. Cómo tú. Estás tan hundido en tus “noches” que tampoco reconoces su presencia en tu vida ni en el acontecer de la lucha diaria. Pero Él sí estas ahí, aunque no lo reconozcas.

Él les dice: Echad la red... Y aquellos discípulos “ven” los frutos de sus trabajos. Salen de la “noche” porque en su nombre han echado la red. No están solos.

¿Cuentas tú con Él? ¿Cómo te planteas tu quehacer: como un “robinsón” o como uno que trabaja en la cuadrilla del Divino Obrero de Nazaret? ¿Te alimentas de pan y del vino que Él ofrece a sus amigos –su Palabra y su Vida -, o comes y bebes aparte?

  • Habla con Jesús de tus “noches” y de tus despistes, ante su presencia.
  • Renuévale tu amistad, tu disposición para que cuente contigo
  • Termina dándole gracias porque Él se te sigue ofreciendo en el Pan y en el Vino de la Eucaristía.

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