sábado, 27 de octubre de 2007

Para Orar desde la Vida

EL EVANGELIO DEL DOMINGO 30 T.O.

“Para orar desde el mundo obrero con la parábola del fariseo y el publicano”
No es esta una noticia más. Es una noticia de Dios para ti que vives inmerso en la vida y en la lucha del mundo obrero y vecinal. Es una buena noticia para hacerla vida en tu vida y en el corazón de los debilitados por las condiciones de trabajo. En silencio acércate al Dios de la misericordia y de la liberación.

Lectura de la Palabra de Dios Lc. 18, 9-14:
“Jesús dijo esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismo, y despreciaban a los demás. Dos hombres subieron al templo a orar: Uno era fariseo y otro publicano. El fariseo, orgulloso, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó a las puertas y no se atrevía ni a mirar el cielo; solo se golpeaba el pecho diciendo: Señor, ten compasión de este pecador. Os digo que éste bajo a su casa justificado y aquél, no. Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.
Comentario breve:
* La parábola está dirigida aun fariseo y con la intención de actualidad. ¿Quién es hoy fariseo? El hombre y la mujer satisfechos por su mucho valer, el poseedor/a de la verdad y viva y actúa con disimulo e hipocresía. Nadie quiere llamarse a sí, pero ello no quiere decir que no existan y crezca en la sociedad, en la Iglesia y, también, en el mundo obrero.
* ¿Cuántos queremos cambiar las cosas, de manera que llegue una sociedad más humana y más justa? ¿Cuántos no deseamos y hasta luchamos por un mundo obrero más solidario? ¿Cuántos nos lo proponemos, pero sin cambiar nosotros mismos? Es una hipocresía hacer estas proclamas y no implicarnos en ello ni entablar el combate con nosotros mismos, pues cada uno de nosotros y nosotras podemos ser un pequeño opresor/a que, según nuestras pequeñas, estemos generando injusticia. Así, no se puede rezar a Dios.
* El/la que se siente débil y tiene conciencia de su debilidad, sin caer en culpabilidades patológicas, y reconoce sus valores, sin pregonarlos ni usarlos para humillar a los demás, sabe pedir perdón y confiar en los demás y en Dios.
* Los que han sido expulsados del mercado de trabajo, las que han sido abandonadas o maltratadas; los que se sienten tratados como raros por no entrar por la senda de ganar, gastar y gozar insolidariamente, las que se ven señaladas, por seguir soñando un mundo más libre, más justo y más solidario, en lugar de aceptar las migajas del liberalismo. No olvidad una cosa: Cuando os veáis juzgados por la ley, sentíos comprendidos por Dios; cuando os veáis rechazados por la sociedad, sabed que Dios os acoge; cuando nadie os perdone vuestros errores, sentid el perdón inagotable de Dios. No lo merecemos nadie. Pero Dios es así: amor y perdón. Según Jesús, sólo salió limpio y justificado del Templo aquel publicano que se golpeaba el pecho diciendo: Señor, perdón, soy un pecador.

Un rato de oración y reflexión:
* Ponte en camino hacia Dios, guiado(a) por tu deseo de acercarte a El. Procúrate las condiciones para en silencio disfrutes de la ternura del Padre…
* Preséntate ante el Señor tal y como eres, sin caretas. Ofrécele al Señor tu humillación, porque no siempre eres agua fresca para el resecado mundo obrero.
* Cuéntale al Señor tus debilidades personales, tus huidas de los compromisos familiares, tus inhibiciones ante la fidelidad debida a tus compañeros y compañeras, tus vecinos y vecinas. Háblale de tus pretensiones de comodidad, de seguridad, de tus tentaciones de instalarte y acomodarte… Ten la valentía de hacer tuya la oración del publicano: Señor, ten compasión, soy un pecador.
* Quédate así, ante Dios, un rato. Recuerda su bondad y misericordia. Deja que Dios sea Dios en tu vida. Familiar, obrera y vecinal. Siéntete enviado por a los demás. Su misericordia te cambia de manera que los demás, perdonarán también tus faltas y te acogerán como un don. Dale las gracias a Dios por su ternura entrañable. Puedes hacerlo con esta oración:

¡Bendito seas mi Dios y Padre, fuente de misericordia y de toda esperanza. Tú siempre estás dispuesto a reconfortarme en los fracasos y a darme fortaleza en las dificultades. ¡Gracias mi Dios!

Tú, pensando en mí: "Acércate a mi cuando estés cansado de tus trabajos y cargas, y encontrarás descanso". Y, hoy, me he acercado a ti y te he encontrado. Gracias, señor, por convencerme de que más allá mis debilidades, está tu fuerza; más allá de mi culpa, esta tu perdón; más allá de mi fracaso, esta tu amor; más allá de mi impotencia, esta tu Palabra que lo puede todo.

Aunque mis palabras sean torpes, para decirle lo que siento, te doy gracias por todo lo que has hecho, lo que haces y lo que harás por mí, por mi familia, por mis compañeros de trabajo y por la gente de mi barrio. Gracias, de nuevo, por confiar la construcción de tu Reino a este/a obrero/a débil y pecador/a.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante que se cuelgue el Evangelio de cada domingo, pero es necesario que sea todas las semanas y a ser posible, antes del domingo para que pueda ayudarnos a las personas que estamos interesadas en orar desde la vida. Gracias.

Anónimo dijo...

¿Qué pasa aue hace casi un mes que no se cuelga el evangelio del domingo ni la oración desde la vida?

ildefonso dijo...

Os animo a seguir con el evangelio de cada domingo. Es una ayuda muy interesante.

Gracias